La corrupción es un mal endémico que solo puede curarse y evitarse mediante la educación cívica de los individuos. Éstos deben ser educados a temprana edad, en los ámbitos de socialización primaria como el colegio, los clubs deportivos o la familia para evitar esta práctica enquistada en el mundo y que hacen especial daño en los países del sur como el mío (España).
Así pues, defiendo que tanto en la escuela como en otros lugares como la televisión, prensa, radio, etc. envíen un mensaje adecuado para combatir esta lacra social. Los perjuicios creados por la corrupción no son únicamente los daños materiales como el dinero o los recursos robados al conjunto del pueblo, sino también produce un daño moral al conjunto de la sociedad. Como ejemplo práctico, es útil hacer un análisis riguroso del caso paradigmático de Italia. Este país, además de ser mundialmente conocido por la pasta y la pizza, es uno de los países europeos con mayor aceptación social de la corrupción. En él, corruptos como Berlusconi no sólo es bien visto por la sociedad, sino que además es alabado y votado por el conjunto de la población. Todos los italianos quieren parecerse a él. Un hombre de la tercera edad que parece joven, guapo, liga con jovencitas guapísimas, con fama y dinero que se ríe de las ventajas que le permite esquivar las reglas del sistema y quedar así impune ante los delitos establecidos por ley. A todo el mundo le gustaría parecerse en algo a él y poder ser un corrupto que campe por sus anchas de sur a norte, de este a oeste, de la península a las islas italianas. Sin embargo, el conjunto de la sociedad europea rechaza frontalmente sus prácticas mafiosas que rigen el antiguo Imperio Romano.
Por otro lado, tenemos los países nórdicos o los del norte de Europa como los idílicos lugares donde la corrupción no sólo está mal vista y es condenada por el conjunto de la sociedad, sino que además no sales impune si caes en la tentación de practicar dicha acción.
La palabra corrupción o corrupto es diametralmente opuesta a las palabras ética, moral, decencia o, sobretodo, honestidad. Donde hay corrupción, hay delito legal pero también ético y moral.
Así pues, ante esta enfermedad social contagiosa sólo cabe la educación, la educación y más educación. Tanto en los niños, adolescentes, jóvenes o universitarios deben empaparse de cultura cívica con una asignatura diseñada a tal fin por la ONU o el Estado, y también debe propagarse por los medios de comunicación de masas, con especial énfasis en internet y las redes sociales. También, por qué no, debe endurecerse (aunque nunca he sido partidario de la vía penal) por un endurecimiento del código penal en este aspecto, con penas de años de prisión para dar ejemplo. Además, se debe emplear la retroactividad, así que si pecaste en el pasado, debes pagar por ello.
En suma, la única solución para acabar con esta lacra social pasa por la educación en los valores cívicos en las diferentes instituciones por la que pasamos los ciudadanos y por la propagación en el mass media de este mensaje. Para ser prácticos, propongo la educación cívica del individuo enfocada a subsanar el germen de dicha predisposición (casi natural) en el individuo, desde la mentalización de los padres a través de cursillos especializados que garanticen un cambio para lograr una baja tolerancia hacia la corrupción, desafiando uno de los grandes males universales que se ha extendido como una plaga y que revela una crisis espiritual de dimensiones considerables.
Estoy de acuerdo contigo. Creo que seria importante que todo el mundo entienda las consecuencias nefastas de los actos corruptos. Entender que la corrupcion es algo que mata y que oprime es el principio del veradero cambio.
Muy buen articulo.